sábado, 31 de julio de 2010

El baul de los olvidos.


les dejo un par de letritas de cuando era adolescente, hoy golpearon en mi ventana pidiendo entrar.

Nosotros.

Hay un vaso frente a mí. Hay una luna a mis espaldas.
Hay una mujer que me mira. Hay un bebé que llora en mi oído.
Hay un beso en mis labios. Hay una araña en mi pelo.
Hay una caricia en mi mano. Hay un gestito en mi mejilla.
Hay sexo en mis dedos. Hay desierto en mi garganta.

No hay palabras en tu boca. No hay excusas en mi pasado.
No hay café en mis mañanas. No hay sábanas arrugadas en tu cama.
No hay juegos en tu trabajo. No hay dulzura en mi toalla.
No hay guiños en tus ojos. No hay razones en mi confesión.
No hay cristales en tu ventana. No hay ventana en mi tumba.

Hay humo en tus lágrimas. No hay lágrimas en mi cigarrillo.
Hay música en tu soledad. No hay soledad en mis sueños.
Hay indiferencia en tu saludo. No hay saludos en mi partida.
Hay cerveza en tu sinceridad. No hay sinceridad en mi silencio.
Hay miedo en tu voz. No hay voces en mis miedos.

Hay y no hay.
Hay vos y hay yo.
No hay nosotros.
Hay vos y él. Hay yo y ella.
No hay nosotros.


Guardás silencio mientras me enseñás eso

comienzan a cerrarse los soles
el destino acelera hacia tu noche
los brazos no abrazan más que dudas,
los párpados fijos aburren el mirar.

el inútil cuento melódico
surte el peor efecto que hubiera narrado.
el peso del cansancio cae sobre olas
de arrugadas sábanas testigo
del postrado sexo deseado.

te acompaña el odio tapado hasta los ojos
con el solo objetivo de aparentar olvido.
el colchón de inseguridad choca
con el discurso revolucionario del velador
cansado de desnudar.

fiebre de la almohada, que envenena
el sueño que pasea por tu sien
y me cuesta recordar el por qué
de tan armónica sensación.

crimen de costumbre, asesinato del inocente;
comenzás a sangrar y guardás silencio
el ardor del filo agudo
sobre la piel de tu memoria
se vuelve insoportable,

y guardás silencio,
ningún ruido más aca de tu noche
el llanto se vuelve incestuoso y
aclamado, salto desde un hueco en el óleo
y caigo sacudiendo tu libertad


te despertás en aquel momento
y sin apartar la vista de mis manos
me mostrás lo decisivo del instante
y sin turbar mis anhelos,
guardás silencio.


El baile piramidal

Sin besos no hay silencio.
Sin risas no hay silencio.
Sin abismos no hay silencios.
Sin silencios no hay silencios.

Un baile húmedo por fuera del acorde disminuido. Una versión deja abierta la puerta del pasado. Corren unos tras otros los oscuros con miedo a la noche.
Sencillo instante que roza la eternidad llena de música y vuela suave tu percepción por nuestras miradas.
Alguien dibuja los contornos de mil cuerpos que no existen, que bailan rasgando al silencio.
Una sala vacía, distante y tres luces titilando. Tres pares de amores y dolores se mezclan tímidos.
Uno recuerda, una imagina, y el tercero se confiesa.
Alguien, algún, algo y los deseos descansan.
Nadie, ningún, nada y los deseos bailan húmedamente.

Sin misterios esta película no te preocupa,
pero tampoco te sorprende.

Sin dudas esta canción no te pone nerviosa,
pero tampoco te dan ganas de cantarla.


Cerrando este antojo de la antología de los recuerdos, unas frases de Pessoa como para abrir el cajón.

Casi anónima sonríes y el sol te dora el cabello,
¿Por qué para ser feliz hace falta no saberlo?

Pensar en el sentido íntimo de las cosas
es como llevar un vaso de agua a la fuente.
El único sentido íntimo de las cosas
es que no tienen sentido íntimo alguno.

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