miércoles, 26 de enero de 2011

El fetichismo del Box.




Cajas compartidas, disputadas, ajenas.




Paredes que no construyen, blandas, inservibles.



Muros de papel secante que separan, aíslan.



Trasformación, enajenación, fetichismo del box.



Diagramas, sistemas, procesos inexpugnables.



Cajas en el depósito de un avión chocando contra el iceberg.



Puntas afiladas, relucientes, mandatos, mandos y visiones del dogma.



Yo gano, tú obedeces, él estafa, nosotros capacitamos, vosotros controláis, ellos pierden.



Necesidad, llamadas, gritos, imposibilidades, negación, ganancia.



Beneficios, misión empresaria, premios, estímulo y proactividad.



Nylon, cartón, papeles, fibra óptica y desconsuelo.



El box fetiche, la oficina falo, la Compañía orgasmo.



Los objetivos cumplidos, los objetos abstraídos, el General en jefe de las Fuerzas.



Los sutiles destellos de la explotación. El mandala transformado en panfleto publicitario.



Una caja que recibe el cruce atroz de miles de pedidos de auxilio, de afuera y sobre todo de adentro.



Una caja no-lugar, vivienda, ameno reducto de la impotencia.



Box, boxeo, buceo, Buzios 15 días al año.



El fantasma de los teléfonos. La participación en tus logros.



Clávame las muñecas a tu tarima!



Desnúdame y viólame con los beneficios de tu Organización!



Querido Colaborador, deberás colaborar con la planificación de mis tareas.



De mi grupo de tareas, somos conjunto estimado operario!



Sinergia y sexo anal.



Opera y pule tu cajita de muñecas ciegas. Asiste, insiste, asiente operador.



Tu refugio revestido de papel de regalo será tu hogar, no vendas, brinda un servicio.



Este año perdimos plata, pero ganamos en responsabilidad social.



No seas pesimista querido subalterno, te alterarán, te alentarán, te alternarán las retribuciones.



Nunca olvides que alguien en algún lugar te está auditando.



Pide ayuda al Helper.



Que no te enferme el aire acondicionado.



Sonríe frente al headphone, se nota del otro lado de la caja negra.



No hay metáforas en esta formación, tal vez, un recuerdo mnémico de veintitrés pesos,



Una nube somnolienta de pájaros salvajes y violentos que vienen por tus ojos.



Estoy dentro de una caja, está oscuro acá, el piso es húmedo y gelatinoso, resbala el barro arcilloso por las paredes de mi box, me ahoga el sudor ajeno de mí, de un yo extraño, el techo se ondula, papel celofán negro. Me mancha la frente el carbón, se sella un logo imponente que baila reggaetón sobre mis cejas. El box aprieta, coagula, estrangula, y se me ocurre una palabra…



Ceniza.



El fetichismo ceniciento del trabajo.



Voz. Boss. Vox. Volks.



Vos.



Box.

domingo, 16 de enero de 2011

Sin. Sin embargo, Con.



Ellos quedarán ciegos mirando estupefactos al sol.


Girar. Y buscar. Encontrar ese lugar. Armar la carpa y tirarse a ver el cielo.

Sin reloj importado, ni novia operada.

Sin destellos de ambición, ni decisiones egoístas.

Ellos se quemarán y serán bronceados fantasmas.

Caminar. Y desear. Ubicar en Villa Crespo el lacio sentido de la tranquilidad.

Sin necedad absorbente, ni prejuicios autorrealizadores.

Sin recibo de sueldo mortificante, ni gritos que recriminen.

En un balcón, y si hay pobreza material, en un parque.

Crear. Y producir. Y que una idea no quepa en un Excel.

Sin horarios, ni días hábiles, y segundos de ocio.

Sin jefes cínicos, ni objetivos moralizantes.

En un precipicio, con los pies colgando en el abismo.

Repartiendo sonrisas a quienes miren a los ojos.

Convidando mates a aquellos que quieran compartir el rincón.

Cantar. Y escribir. Dibujar anhelos que desborden de buenas intenciones.

Sin competencias, ni ascensos, ni máscaras o mapas mentales.

Sin ceros en la calculadora. Con sinceros. Con ellos y con vos mi amor.

Sin necesidades banales, ni camisas planchadas, ni baños de la conciencia.

Sin objetos en vano, ni bocinas estériles, ni apuro por morir.

Oler. Y mirar. Y tocar las texturas del presente y las cuerdas de tu cuerpo.

Sin obligaciones impuestas, ni responsabilidades que son de otros.

Sin taxis, ni bajadas de bandera a las pulsiones.

Sin televisiones, ni clarín y con muchos desayunos en tu palma.

Sin microcentros, ni amontonamientos de las angustias e impotencias.

Escuchar. Y aprender. Y conocer otras fragilidades y otros sentidos a lo mismo.

Cocinar. Y disfrutar la comida. Hornear y hervir.

Sin comidas al paso, ni amabilidades de vendedores desesperados.

Viajar. Y descubrir. Por el mundo, pero también por el barrio.

Sin valijas con rueditas, con mochilas con hombros y espaldas decididos.

Sin electrodomésticos inservibles, con elementos y herramientas irremplazables.

Dibujar. Y retratar. Dar vida y acompañar la vida ya puesta en marcha.

Sin dogmas, ni servidumbre. Con dudas y argumentaciones.

Sin maldad, sin hipocresía, sin violencia.

Con abrazos, con caricias, con vos.



Ernesto Rugoso.