sábado, 3 de julio de 2010

Sin Título.




El arte es libre, pero el aire...
Poder expresarse es desanudar de manera (casi), inconsciente la tela de araña, hacerla visible, aunque sea de manera sutil. Es disfrutar de un segundo de luminosidad, poder mirar por la rendija del velo. Un momento de alivio.
Expresión y difusión las cuatro maneras (al menos cuatro), de vivir el deseo, de convertirlo en un algo artístico. De acariciar con los ojos cerrados las huellas (o las cicatrices), de la falta.
La primera es casi excepcional, uno pocos “elegidos” disfrutan de poder expresar la profundidad de sus entrañas, de intentar ser dignos en su búsqueda y que lo que producen se difunda de manera casi instantánea, casi (pero nunca totalmente), la situación ideal, plena para recorrer el túnel.
La segunda es más habitual, al menos para aquellos que aunque sea a los tumbos, tienen algo que decir, es la asesina de los artistas torturados, la que no tiene nada de disfrute;
la expresión va por una vereda y la difusión espera en una esquina lejana, que a veces recién aparece cuando el artista ha dejado de caminar hace rato...
La tercera es bastante habitual en los ámbitos del arte masticado;
la difusión es la meta, los ojos están puestos en el supuesto público, en esos casos el deseo se disfraza de mentira arrolladora para quien produce, expresarse es un hecho banal que sin embargo tiene una repercusión que puede llegar a embriagar a propios y ajenos.
La cuarta, la ordinaria, la usual, la común; esa búsqueda de alivio en una expresión se trastoca, se pierden definitivamente las conexiones entre las pulsiones, las causas, los azares, la conciencia, el otro, las máscaras. No existe el expresarse, ni se busca la difusión de nada más que del propio cuerpo, en realidad de la sombra de ese cuerpo, de las extremidades fútiles.
Es cuando aparece el exceso, no como vía, sino como exceso en sí.
El vicio, la no reflexión, la necesidad de estar atontado, mareado, con los ojos nublados, vidriosos
no en pos de desenterrar algo sombrío, ni de desnudarse de ciudad, nada, solo alejar los sentidos de la memoria, alejarlos del cuerpo, por eso es la sombra...

Queda por agregar a esta idea, que las cuatro maneras no son excluyentes, ni propiedad privada de supuestas “clases” de gente. Están mezcladas, condimentadas en la ensalada, aparece una, luego la otra, tal vez en la misma noche se dejan entrever las cuatro. Está claro que la cuarta es la más humana y paradójicamente, la que más nos deshumaniza.

No hay propiedad intelectual de nada, no hay derechos de autor, uno es uno en la medida que existe la posibilidad de ser otro, si no es factible ese desdoblarse, no hay nada.

Vestidos de Copyleft.

El infierno no es la mirada del otro, es lo que creemos que el otro está mirando cuando nos mira.

Si uno quiere echar sombra sobre algo o alguien, solo es necesario apuntarlo con una luz unidireccional.
Iluminar la escena desde diferentes puntos hace desvanecer las sombras, pero en contrapartida, echa luz sobre los detalles del lugar, objeto o ser iluminados.

Someter-se.

Hasta la próxima. Cuando suene el timbre.

1 comentario:

  1. Tanto para decir, y es tan corta la vida. Seguí vomitando la mezcla que se desmezcla, Vestidos. Expulsar hace bien. Espero con ansias el próximo lavaje de estómago.

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