Un pan dulce y un poco de vino, ya que no puedes comprar...
Este verso es para vos, nada se debe, pero me parece que vos leerás.
Y al leer, tendrás ganas de darme un beso y sonreírme.
O de corregirme con dulzura.
Nos acercará un deseo, y eso siempre es más digno que el silencio atragantado.
Se fue bye bye vaya a saber con el tiempo quiera volver.
Cuantos más pasajes reservo, menos ganas de irme me dan.
Y caminando por ahí, entre plaza y parques llenos, te veo.
Te escucho llamarme desde el agua del laguito
que alguna fue mugriento y principio de todo esta odisea.
El justiciero y cuatro hijos no nacidos, con hambre y poco porvenir.
Paga lo que debes, maldito odiado de ciudad.
Ya vendrán las grises musas a hablarme mal de vos.
Y en tu viaje en el tiempo Juan Salvo te va contar de mí.
Rubén Darío le habla a mi niña y ella escucha mi canción de fondo.
Para mi vieja, el malo soy yo.
Y para mi viejo no sé, no me cuenta mucho que piensa.
No había forma que pueda perder dice Edu, tiene razón.
No podré huir si estoy vestido de ciudad.
Te regalé mi mochila y no la aceptaste, pero hoy es distinto.
El sol sale de mi lado, y se muere del tuyo.
Dice Macarena que somos españoles queriendo conquistar.
Yo digo que a ella y a otra.
Y la otra siempre me da bola.
Soy implacable, y hasta los indios norteamericanos eran mediocres.
Y hay más iglesias en América que en Europa.
Me dijo que era un delincuente, quiso llorar y se enamoró.
Tengo el síndrome del conquistado,
soy cianuro mi vida, y cada tanto me trituro el orgullo.
Me dijo que era la manzana del Edén, y yo mordiendo ausencias.
Seguir anclado acá sin tu amor, instantáneas de Lavalle.
Cuando te odio, te invento.
El día que el sol caiga sobre nosotros, estate segura,
que voy a escribir sobre nosotros, con mi pulso histérico y desvencijado.
De tanto andar con vos, lejana, me gusta lo que te pasa.
Yo no soy tu libertad viajera, pero si él que la provoca.
Y vos cada lugar que conocés, me querés más,
y eso siempre es más digno que decir que no. Que todo está perdido.
Y cuanta falta me hace hoy tu voz dormida.
Vos sabés cuantos balcones hay en el mundo, y cuales son necesarios.
No me habrás dado un espejo?
Los dos sabemos que sí, y me estoy dejando crecer la barba frente a él.
Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero, desde que sé que no vendrás más nunca.
Que maneras más rabiosas de recordar.
Te saco fotos en el parque y sos tan niña y tan luz.
Mariposas que emergieron de mi oscuro.
Euge tiene razón, soy gris y Urquiza paleta de colores.
Está pintando un cuadro y yo martillando los marcos.
Un hombre suelto no necesita medias naranjas.
Y yo con tanta gana de morder las manzanas.
Loca tuca de vos. Deseos fragmentados.
Encima en el laburo me ascienden al octavo infierno.
Dije laburo y se me fue la inspiración.
Chau, hasta nunca Coordinador!
“El verso que no llega
y yo queriendo regalar cuchillos y pañuelos,
ser sutil para el crimen.
Vestir de azul la muerte.” M.B.
70 balcones, espejo y ninguna flor.
ResponderEliminarEl anagrama literario descose la boca, muerde y purifica.
Luz joven, (Primavera!), parque.
Media naranja no es media sin su integridad como (Uno!), conquistado sin conquistador: [Planeta Trampa]
Calotario.
ahí te agarré un poco más la onda Calotario, voy entendiendo cuales son tus sustantivos importantes, imprescindibles y cuales tus "conectores".
ResponderEliminarConquistado sin conquistador, deseo sin acto.