Ensayo sobre Quereme,
tengo frío y otras cuestiones.
Quereme, sé
que tu casa queda cerca.
En esa frase
exacta hay; un pedido, un deseo, un saber, una medida, una premonición y un
encuentro latente.
Hay pasos y
un cambio de punto de vista, un giro que enriquece las posibilidades de dudar y
de conocer.
Hay una
espera que mutila, que paraliza la película en fotografías.
La vida no
es entidad, no es algo detenido e inmóvil.
La vida es
edición, corte, montaje y construcción de sentido.
Aunque pese
saberlo: no tenemos nada y no existen los valores, la esencia ni los lugares
que creemos nos pertenecen.
La
fotografía completa es una contradicción. Sacar una foto es cortar y frenar.
La
fotografía completa sólo existe en movimiento. De imagen, sonido y
sentido.
No somos
locales nunca.
Una tarde (ubicación
temporal), un te frío (ubicación temporal y emocional), una
espera (ubicación existencial y contextual del yo). Y esta casa
buscando tu presencia. Algo rígido, quieto, material, que anhela congelar
un pasado que fue el mejor presente que recordamos disfrutar, que simplemente
quisiéramos proyectar hacia adelante.
Los discos,
los libros y la radio son símbolos de los que soy. La música, la literatura y
los medios. La sensibilidad, el intelecto y la realidad latente. Ella espera
entre todo eso mezclado y haciendo de red, de malla o vestido protector.
No está
desnuda frente al espejo.
Como siempre
te he esperado nos da una sensación de humillación y degradación del yo.
Así nacimos y así estamos cuando algo nos atraviesa el discurso y el cuerpo,
así recibimos lo mejor, lo que nos hace crecer.
Desprovistos.
No observados por nuestro crisma. Sin preparación para lo que viene, la acción.
Las herramientas recién aparecen cuando hayamos errado. No hay razón para los
víveres cuando no hay hambre.
Como la
tierra quiere al agua, como el mar esa mañana. Es un intento de homologar
cuestiones netamente naturales con una experiencia sensible, que pretendemos
ensalzar entre los milagros de la naturaleza. Como si mi orgasmo fuera un
volcán o tu piel erizada una estepa africana. Esto se explica solo. Del yo al
universo. Y a la vez, es el mejor intento del sentido común. Explicar,
dar respuestas, ahuyentar la duda. Prejuzgar, esquematizar y llenar de contenido
los vacíos estructurales todo lo que nos rodea. Podría ser: confirmar que los
bolivianos tienen mal olor, porque el boliviano de la verdulería LO TIENE, sin
sospechar ni intentar acoplar a la foto instantánea, que ese señor trabaja doce
horas cargando cajones de frutas para nuestro SANO consumo.
Quereme, que
las disculpas se han perdido, como perdida estoy sin vos…y tengo frío.
Ambigüedad total. Quién es el culpable de este lío? Una confesión, generar
lástima en el otro y un poquito de ternura. A esta frase magnífica sólo le está
faltando el espanto. (Y dignidad, pero podemos obviar ese sutil detalle).
Ahora viene
lo mejor.
Vuelvo a
calentar agua, suena un timbre. Pero otras manos, otras puertas abren. Acá
hay que detenerse, hagamos silencio. Dejemos, (déjenme borrar las huellas
de mi recorte). Cuánto somos sin los dogmas, sin los inventos externos que son
sirven de preceptos? Los rectores de nuestra existencia. Los marcos, las celdas
de excel que nos dan tranquilidad, que ordenan lo que digamos.
(las
religiones, las pautas democráticas, las escuelas que gobiernan esas -carreras
contra nadie- que estudiamos, la jerarquía empresarial, el orden familiar, los
roles que actuamos en nuestro grupo de pertenencia, la pasarela que nos ponen
adelante con la zanahoria al final del abismo, los referentes artísticos que
alabamos, las instituciones que respetamos para no temer a la incertidumbre,
etc, etc, duda, vacío, silencios, etc, etc, soledad, miedo al ridículo, etc,
etc).
Volando en
tu recuerdo me di cuenta, que el agua se ha enfriado ya bastante. Melancolía
y una metáfora persistente -pero cruelmente efectiva- sobre el agua puesta al
fuego. Volvemos a ver, a observar, a analizar y sacar conclusiones desde
un lugar acotado. No somos conscientes de nuestra imposibilidad, de nuestro
recorte ignorante.
Todo lo que
se pone en juego entra en contradicción. Porque miramos desde un lugar claro y
transparente, y hacemos desde un lugar difuso y sombrío.
(inconclusa
y final)