lunes, 16 de julio de 2012

9 1/2 Years.


Entre drama y comedia he llegado torpe hasta mi edad media. Y aun no soy (aunque cada día un poco más), caballero.
El trece de marzo de dos mil trece cumplo diez años en esta metrópolis. Si el diciembre que se viene de clarines y mayas y fines del mundo lo permite, se cumplirá esa década seudo infame de mi fructífera y jugosa vida en la capital.
Pasó de todo y con todo. Aprendí, eso seguro, aprendí a aprender y a dejar paso a lo que no puedo aprehender.
Quizás soy otro hombre, o el mismo niño.
Hay cosas que no cambian; mi adicción a romper para armar de nuevo sigue ahí.
Palabra y confesiones. Balance, caos y equilibrio.
Y un dulce abismo siempre latente, sin ese, no hay nada.
Tuve momentos más iluminados y otros que no hay faro que los alumbre.
Identificar, cantar y alejarse del daño que fue, que es y que será.
Y soy mínimamente libre. Porque amo a una mujer clara, que me ama sin pedir nada, casi nada, que (todos sabemos), no es lo mismo pero es igual. Soy feliz.
Y los muertos de mi felicidad siempre me acompañan en un rincón de la sien y la conciencia.
Tener treinta, tener treinta mil o no tener nada, y desaparecer el todo, es sólo un dato.

Hace mucho que no hago notas así sólo, porque hace ya un tiempo que me acompañan los fantasmas amigables y las presencias calurosas, así que les ruego hoy que me perdonen porque estoy desprovisto de herramientas y armado con humos de mi materia.

Y mientras haya cuestas, habrá piernas y caminos y mapas y pasos.

Qué hubo en estos nueve años y medio?
Conejos y Mickey Rourke hirviendo en la olla. Y decisiones, muchas de esas.
Impulsos, pérdidas, muchas y algunos encuentros que mejoran lo que se fue.
(En varios miles).

Siempre que se cuenta una historia, se habla de uno mismo, mencionando a otros.   

Acá hay tormentas y hojas perdidas bailando en el viento.
Estuve preso sin opción a fianza. Y eso es pesado. Pero mi mochila reforzó las costuras.

Y rasgó sus vestiduras...  

Si te dejás llevar por la corriente, posiblemente te ahogues, pero vas a encontrar inexorablemente al mar. 


lunes, 9 de julio de 2012

Punto com. Punto ar.


Dejá de disimular. Dejá de callar.
Dejá vu. Dejá vo'.
Vení, vamos. Tengo la moto a la vuelta de la esquina.
Vení, que tenemos muchas cuestiones que charlar.

Soy Mei Ting Sun from la escuela de Shangai.
Suena a libertad mi deseo de no dejar sobrevivientes.
Padre! Eres tú?
Soy, tal vez, eso. Pero no es necesario que me preguntes nada.

Desde que me ascendieron a Princesa dejé de tomar mate y de disimular.
Disi y Doris del Valle. Y, sí...
Hay una cosa que yo no te he dicho aun. Aun.
A un tipo en la calle le preguntaron por su sombra, miró pensativo la ventana abierta del segundo piso.
Viene atrás mío, si la ves, decile que la espero a la vuelta de la esquina.
Toda la tormenta flota en el viento, agazapada, en el pino que tapa al sol.
Lo que viniste a buscar, se hace esperar. Todo con ar. Punto com, punto ar.

Tanta introducción para decir que lo que escribo es lo que quiero mostrar de lo que soy.
Lo que oculto sobre mí. Perdido, Perdí un Do, de mayor a menor.
Hace una vida o un video que no me despierto. No se cura nada con reposo.
Si no hay segunda opinión, no hay diagnóstico.
Otra vez la ventana. Ven Ana! Sí, sí, vení con T, también.
Me, ti, sun. Mentisan. Si no sana hoy...
Menos es más. Bauhaus MenosMal.

Soy frente a esta hoja blanca y ordenada. Eso soy. Desprotegido y caótico a su merced.
Hace unas horas cuando perseguía a Clara, no era esto. Era otra cosa.

Tanto nudo sólo para atar una corbata.
Voy calentando la sien, los dedos comienzan a moverse epilépticos, vamos a ir por la ruta viboreando, cerca de la playa, ahí nomás, sigo chispeando el ritmo, arrancamos palabras de otras oraciones, las traigo para acá, las atraigo, la mano saluda, teclea, baila en la sábana suave del word, elimina acentos, tildes y frenos hidráulicos, oraciones esdrújulas y sintaxis forzada a coger, canta la piba frente al micrófono y alguien mete distorsión pa rellenar compases, y creo que está bien, listo, tal vez sea muy larga esta oración, no sé, me gustaría tomarme un par de renglones más para estar seguro, aunque mejor no, porque si no falta el aire para leerla en voz alta y mis compañeros del taller se van a enojar y nadie quiere a un alargador de frases. Punto. Punto ar.