viernes, 1 de abril de 2011

La abeja que se salvó y pudo hacer miel.



Que vuelva la fe, más temprano y de día.
No es tiempo para ponerse tanguero, ni para descansar en la melancólica tranquilidad del desasosiego.
Es noche clara, de conciencia y tranquilidad. Dolor, pero bien encauzado.
Y que no me olvide un día, cuándo y de qué manera fui, y sigo siendo, sol.
Cuando realmente estamos solos, encontramos las palabras que no pueden leerse desde el resentimiento y los antecedentes mal resignificados.
Y dónde está tu abandono entonces? En el mismo lugar que al principio de todo.
Que no haya naufragio, ni culpas ajenas.
Dejemos cosechar, que llueva y que queme el pasto, que la abeja encuentre un girasol no envenenado.
Abrí tu ventana, aunque de a un pulmón ciego, y la vecina a dos metros te diga que las cosas son blanco o negro. No la escuches, en algún rincón del pulmón, un grillo canta estimulando tu reflexión.
Cuando el presente te dice algo, y el pasado lo contrario, a cuál de los dos preferís escuchar?
Por qué antes de apostar, voy a preferir irme al mazo?
Preferirme (deseo o atadura)? Previo a herir, prefiero irme?
Y como sabés que vas a herir o te van a herir?
Que vuelva la ternura, que en realidad no se fue, estaba acá desde hace meses, pero no pudiste verla tan atada a tus recuerdos.
Y vos, cómo y hacia a dónde has ido? y dónde estás ahora? has vuelto? a qué lugar?
Cuando los lagrimales se tapan, llamar a un plomero no arregla nada.
Las noches que salgo a caminar me dejan un recuerdo de besos en cachetes perfumados.
Quien se va sin saludar, no vuelve más.
Que vuelva la calma, y no sea tarde para verte bailar en los espejos.
Soy alérgico. Dice mi tío, que las pocas abejas perdidas (esas que nos cruzamos los vestidos de ciudad), no pican. Salvo que les hagamos algún daño queriendo o sin querer.
En cambio hay otras abejas, las que cumplen un rol desde que nacen, esas sí pican.
Todo su ser está construido para defender la colmena, y sólo tenemos que acercarnos para sufrir su ataque y su muerte instantánea.
Mueren picando, porque saben que otras, cientos, vienen atrás a completar la misión de evitar que lastimemos a su reina.
Es una muerte de rompecabezas, desde nuestro punto de vista, pareciera inútil, entonces las juzgamos. Qué abeja pelotuda, venir a gastar su aguijón y su muerte tan en vano!
Hay muertes que valen mucho más de lo que nuestros juicios podrían entender, salvo que nos corriéramos de nuestro ego-eje. Pero eso es mucho pedir... Bah! ahora al menos, hay un fin de semana largo en marzo...
Hoy me hace falta verte bien, y vos por ahí pensás que eso es intentar manipularte.
Los milagros (o crueldades), de la interpretación humana.
El deseo endurecido, la miel de las torturas con hormigas carnívoras. Capaz algún manipulador de ocasión le eche la culpa a las abejas que produjeron la miel...
Las cosas son así. No son de ninguna manera hasta que cada cual las llena de significado.
Y en ese llenar, hay pérdida.
Qué va a ser, dice Mirta. Yo no estoy de acuerdo. Pero es mucho más complejo encontrar respuestas elaboradas y duraderas.
Además tenemos menos tiempo para comprender que para olvidar.
Que vuelva la fe. Y que la abeja no deje su vida atacando un espantapájaros.
El aguijón clavado en un muñeco de trapo.

(las contradicciones de la nota son notas del editor...)

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