Todos tenemos que salir. Para aprender de
nuevo a entrar.
Tenemos que aprender a esperar. Para
saber acelerar a tiempo.
No quiero vender nada. Quiero ser tan
libre como la libertad me lo permita.
Una vez compré pasajes para irme, pero no
había aprendido a partir.
Menos aun a volver. Qué me vienen con
frentes marchitas?
La frente en alto, metonimia y
contigüidad de hacer autocrítica real.
No se sale de la caverna con los ojos
completamente abiertos.
Quedaríamos ciegos al instante.
Tampoco se sale con miedo y apretando las
pupilas.
Quedaríamos sin saber diferenciar piedras
y cielo.
No quiero comprar nada. Quiero ser tan
liviano como mi peso me lo permita.
Si alguien sale intacto, es porque nunca
dejo de ser hermético, no aprendió nada.
Todos tenemos que salir, vos, yo, él,
ella, todos ustedes y ellos.
Aquel que nunca cayó en el pozo, como
sabe que está al aire libre?
A esta dicotomía barata, la completo con
dialéctica de nieve y amaneceres privilegiados.
Cuánto tiempo podemos permanecer,
transcurrir, en la cinta cruel del desasosiego?
El que sea necesario para aprender a
frenar y a caminar de nuevo, sin máquinas de la culpa.
Todos tenemos que salir. Para entrar de
nuevo.
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