jueves, 22 de noviembre de 2012

Piel naranja Fanta.


Ensayo sobre Quereme, tengo frío y otras cuestiones. 


















Quereme, sé que tu casa queda cerca. 
En esa frase exacta hay; un pedido, un deseo, un saber, una medida, una premonición y un encuentro latente. 
Hay pasos y un cambio de punto de vista, un giro que enriquece las posibilidades de dudar y de conocer.
Hay una espera que mutila, que paraliza la película en fotografías. 
La vida no es entidad, no es algo detenido e inmóvil.
La vida es edición, corte, montaje y construcción de sentido.
Aunque pese saberlo: no tenemos nada y no existen los valores, la esencia ni los lugares que creemos nos pertenecen. 
La fotografía completa es una contradicción. Sacar una foto es cortar y frenar.
La fotografía completa sólo existe en movimiento. De imagen, sonido y sentido. 

No somos locales nunca. 

Una tarde (ubicación temporal), un te frío (ubicación temporal y emocional), una espera (ubicación existencial y contextual del yo). Y esta casa buscando tu presencia. Algo rígido, quieto, material, que anhela congelar un pasado que fue el mejor presente que recordamos disfrutar, que simplemente quisiéramos proyectar hacia adelante.
Los discos, los libros y la radio son símbolos de los que soy. La música, la literatura y los medios. La sensibilidad, el intelecto y la realidad latente. Ella espera entre todo eso mezclado y haciendo de red, de malla o vestido protector.
No está desnuda frente al espejo. 
Como siempre te he esperado nos da una sensación de humillación y degradación del yo. Así nacimos y así estamos cuando algo nos atraviesa el discurso y el cuerpo, así recibimos lo mejor, lo que nos hace crecer. 
Desprovistos. No observados por nuestro crisma. Sin preparación para lo que viene, la acción. Las herramientas recién aparecen cuando hayamos errado. No hay razón para los víveres cuando no hay hambre. 
Como la tierra quiere al agua, como el mar esa mañana. Es un intento de homologar cuestiones netamente naturales con una experiencia sensible, que pretendemos ensalzar entre los milagros de la naturaleza. Como si mi orgasmo fuera un volcán o tu piel erizada una estepa africana. Esto se explica solo. Del yo al universo. Y a la vez, es el mejor intento del sentido común.  Explicar, dar respuestas, ahuyentar la duda. Prejuzgar, esquematizar y llenar de contenido los vacíos estructurales todo lo que nos rodea. Podría ser: confirmar que los bolivianos tienen mal olor, porque el boliviano de la verdulería LO TIENE, sin sospechar ni intentar acoplar a la foto instantánea, que ese señor trabaja doce horas cargando cajones de frutas para nuestro SANO consumo.
Quereme, que las disculpas se han perdido, como perdida estoy sin vos…y tengo frío.  Ambigüedad total. Quién es el culpable de este lío? Una confesión, generar lástima en el otro y un poquito de ternura. A esta frase magnífica sólo le está faltando el espanto. (Y dignidad, pero podemos obviar ese sutil detalle). 
Ahora viene lo mejor. 
Vuelvo a calentar agua, suena un timbre. Pero otras manos, otras puertas abren. Acá hay que detenerse, hagamos silencio.  Dejemos, (déjenme borrar las huellas de mi recorte). Cuánto somos sin los dogmas, sin los inventos externos que son sirven de preceptos? Los rectores de nuestra existencia. Los marcos, las celdas de excel que nos dan tranquilidad, que ordenan lo que digamos. 

(las religiones, las pautas democráticas, las escuelas que gobiernan esas -carreras contra nadie- que estudiamos, la jerarquía empresarial, el orden familiar, los roles que actuamos en nuestro grupo de pertenencia, la pasarela que nos ponen adelante con la zanahoria al final del abismo, los referentes artísticos que alabamos, las instituciones que respetamos para no temer a la incertidumbre, etc, etc, duda, vacío, silencios, etc, etc, soledad, miedo al ridículo, etc, etc). 

Volando en tu recuerdo me di cuenta, que el agua se ha enfriado ya bastante. Melancolía y una metáfora persistente -pero cruelmente efectiva- sobre el agua puesta al fuego.  Volvemos a ver, a observar, a analizar y sacar conclusiones desde un lugar acotado. No somos conscientes de nuestra imposibilidad, de nuestro recorte ignorante.

Todo lo que se pone en juego entra en contradicción. Porque miramos desde un lugar claro y transparente, y hacemos desde un lugar difuso y sombrío.

(inconclusa y final)




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